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¡Ojo al rojo!

La exploración detallada del cuerpo humano requiere del uso de instrumentos que permitan obtener una imagen interpretable de las diferentes partes de nuestro organismo.

 

En el caso del ojo para desvelar sus estructuras se han explotado sus propias características anatómicas. Al ser un órgano que cuenta con medios transparentes consecutivos es posible ver la parte más profunda del ojo (el fondo) sin utilizar ninguna otra medida física aparte del adecuado enfoque de la luz y de algún elemento que amplíe la imagen para favorecer la apreciación de detalles. Esto es justamente la función de instrumentos como el oftalmoscopio y la lámpara de hendidura#.

 

 

Estos instrumentos permiten apreciar el fondo del ojo donde se sitúa la retina que alberga las células receptoras de la luz, obteniendo unas características imágenes rojizas que son fruto de  la abundancia de vasos sanguíneos presentes a ese nivel.

 

Se puede apreciar el trayecto de los vasos sanguíneos confluyendo en  la papila o disco óptico (lugar por donde salen del ojo las fibras nerviosas de la retina que componen el nervio óptico) o explorar la mácula de la retina con su fóvea o punto de máxima visión.

 

Y todo ello únicamente mediante el uso adecuado de la luz.

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